A mediados de los ochenta Melchor Fernández, un solitario o observador pastor toledano, descubría un importante tesoro funerario Visigodo en una de sus habituales salidas al monte con su rebaño, puso en conocimiento de las autoridades este hallazgo.
Con el tiempo, de manera autodidacta fue aprendiendo más sobre la historia de los lugares que transitaba con su ganado, y realizando decenas de nuevos hallazgos, estelas, cuencos campaniformes, enterramientos… Melchor se habrá convertido con el tiempo en una especie de pastor-arqueólogo.